continuacion 3

Posted on 22:07


… yo con un gesto interrogativo no comprendía, hasta que me dijo “mi nombre es Claudia. En ese momento se dibujo una sonrisa en mi rostro y lo único que pude decir fue “Alberto”, lo que pasó a continuación fue algo que el día anterior no pudimos hacer, platicar. Me dijo (como si supiera las dudas que tenía en la cabeza) que ella se había mudado hace un par de días a esa casa de enfrente que siempre estuvo deshabitada, que trabajaba en una estación de radio local en un programa que trataba acerca de historias, pero que en lugar de que el publico escuchara, ella se convertía en oyente, algo que le gustaba mucho ya que a ella le encanta analizar a las personas. Mientras, yo no dejaba de verle los ojos, esos ojos hipnotizantes, calló por un momento invitándome a que yo comenzará a hablar, le conté que yo trabajaba en una Universidad impartiendo clases de filosofía y en vacaciones era un escritor, ella pregunto sí publicaba mis libros a lo que yo respondí que solo escribía por entretenimiento y que cuando fuera el momento correcto le diría sobre que escribía, pero que por el momento me interesaba saber más de ella. De pronto comenzó a llover, yo me ofrecí a llevarla a su apartamento y ella acepto. La acompañé hasta la entrada y lo único que me dijo fue “te veo después”.
Yo me dirigí hacia mi apartamento y al subir me lleve una gran sorpresa al encontrarme en la puerta al hermano de Miranda, el mejor de mis amigos, con el cual había compartido vida durante mi infancia y gran parte de mi adolescencia. Javier estaba ahí esperando como tantas veces lo hacía en la puerta de mi casa para ir a la escuela, y de esta manera se me vinieron más recuerdos. Lo invite a pasar, estuvimos conversando y tomando un café que me había traído la joven de junto. Así paso el tiempo, platicando y recordando, hasta que llego el momento de la despedida, quedamos como en un contrato que volveríamos a vernos.
Ahora ya de noche y solo en mi apartamento no hacía otra cosa más que ver por la ventana a la gente que pasaba y lo carros que hacían lo propio, esperando algo que ni yo mismo sabía que era y que sabía que no llegaría. Cerré la ventana y me acosté pensando en mi amigo que hacía poco que se acababa de ir, me inundo un mar de melancolía, mientras con una bocanada de humo de cigarro, recordaba aquellos tiempos compartidos, en donde a cualquier que mirara había un amigo. En aquellos tiempos, muchas veces llegue a desear estar solo, sin que alguien estuviera conmigo, quería un poco de privacidad, pero en ese tiempo como ahora no sabía lo que quería, porque cuando conseguía estar solo siempre comenzaba a buscar a alguien y casi siempre quería la compañía de una mujer. En ese momento comenzó mi historia con las mujeres. No se pero ellas son muy diferentes, como si no fueran de este mundo y hay algo que nunca he podido contestarme o peor que aun, que ellas tampoco han podido contestar; ¿por qué son tan maravillosas conmigo y con las personas en general?...

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