Continuación 12

Posted on 22:15


…Diego y Marcela se quedaron en la habitación que estaba cerca de las escaleras, mientras que yo tuve que ir hasta el final del pasillo, al abrir la puerta me encontré con algo muy hermoso, Claudia se estaba cambiando de ropa, ella no notó que estaba viendo su moldeado cuerpo, después volteo y yo hice como si apenas la hubiera visto. Le pedí disculpas y le dije que esperaría afuera hasta que acabara de cambiarse, ella me dijo que no tenía nada de malo y que podía pasar. Entre y me senté en una silla que estaba a un lado de la puerta y observe cuanto quise, hasta que ella me dijo que ya no la viera tanto porque la avergonzaba, le dije que no tenia porque avergonzarse que al contrario debería de sentirse orgullosa de tener un cuerpo tan perfecto, empezó a reír y me dijo que la avergonzaba aun mas.

Seguí bebiendo de aquella cerveza que no pude terminar, saque un cigarro, lo prendí y seguí observando. Ella se acerco y con un gesto coqueto me quito el cigarro de la boca y echo a correr, la perseguí por toda la habitación, hasta tumbarla en la cama. Después le quite el cigarro y la bese, volví a sentirla entre mis brazos. Me dirigí al baño para lavarme la cara y al salir la encontré completamente desnuda, recostada en la cama sobre unas sábanas blancas, parecía una pintura. Al llegar a la cama ella se hinco sobre ella para darme un beso, la tome de la cintura, esta vez ya no tenía miedo de romper tan delgada escultura. Ella me abrazó con fuerza, como diciéndome que no la dejara o que no la hiciera sufrir, pero este abrazo duro mucho mientras yo acariciaba todo su cuerpo, pero estas caricias estaban hechas con delicadeza, ya que no quería maltratar ese monumento. Cuando quito sus manos de mi espalda, comenzó a quitarme la camisa, el pantalón y así siguió hasta dejarme completamente desnudo. Le acaricie el cabello y sentí como si tuviera entre mis dedos una brisa muy hermosa, al ver su cara vi esa sonrisa que siempre me gustó. La besé en el cuello y seguí por los hombros y los pechos, el ombligo, universo todo en ella.

Esa noche fue una de las mejores que he pasado. Me uní a aquella mujer hermosa, tanto por fuera como por dentro, estuve dentro de ella, con el sudor compartido, tenia rastros de sudor y cabello de ella y en ella había rastros de mi piel en sus uñas. Dormimos mucho y abrazados despertamos, al despertar y verla y verme compartiendo una cama con la mujer más hermosa del mundo, sentí como si estuviera en un sueño. No me atreví a despertarla, preferí observarla mientras recordaba una canción. Pude comprobar que ella era una mujer en toda la extensión de la palabra, que está llena de ternura y de pasión, que es una mujer que ama y que necesita que alguien haga lo mismo por ella. Sentado ahí en la silla junto a la puerta e inhalando el humo del cigarro matutino, como ya se me había hecho costumbre, adquirí el compromiso de hacerla feliz, como se merecía.

Seguí observando ese cuerpo y con el paso del tiempo, me enamoré más de cada rincón descubierto por esa mirada de investigador y me sentí completamente feliz, porque ya había estado en ese cuerpo, ese cuerpo tan delicado pero con una suerte insuperable, ese cuerpo que no me cansaba de mirar como si fuera una obra de arte, que es apreciada desde un punto de vista estético, ya que eso ameritaba.   

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